El "ordenador" de hace 2.000 años que fascina desde hace décadas
Hace 125 años, unos buzos que estaban recogiendo esponjas en el mar Egeo, frente a la isla de Anticitera, dieron con restos de un antiguo naufragio. Entre joyas, monedas y restos cerámicos, había algo que llamaba poderosamente la atención: un fragmento de cobre de algo que parecía ser un engranaje. Era un compendio de engranajes que parecían formar parte de algo mucho más grande y se bautizó como ‘mecanismo de Anticitera’.
Durante décadas fue una curiosidad ignorada en los archivos del Museo Arqueológico Nacional de Atenas, hasta que el investigador Derek de Solla lo recuperó, estudió y determinó que se trataba de una avanzada “computadora” griega construida en algún momento entre el 200 y el 100 a.C.
Tras muchas teorías, un grupo de investigadores argentinos han puesto el mecanismo de Anticitera a prueba para ver cómo se comporta el primer ordenador de la historia, descubrieron que solo es un juego.
Mediante diferentes discos, mostraba los datos astronómicos y, supuestamente, estaba diseñado para reproducir el movimiento irregular de la Luna en su rotación gracias a engranajes especializados que compensaban las anomalías en su trayectoria. Y, tras ese primer hallazgo, fuimos encontrando más y más piezas del mecanismo, lo que ha permitido que nos hagamos una idea de cómo era.
Era evidente que se trataba de una máquina muy avanzada para su época, pero también está claro que tenía una serie de limitaciones. Lo primero: por muy avanzados que fueran los astrónomos griegos, el mecanismo plasmaba el conocimiento hasta la fecha, por lo que compararlo con técnicas y herramientas posteriores carece de sentido. La posición de algunos planetas se desvía muchísimo respecto a mediciones modernas, por ejemplo.
Esto es lógico y no quita mérito al dispositivo, pero sí había dos factores que limitaban su precisión: la propia mecánica y la fabricación de los engranajes. Debido al desgaste, los dientes de cobre podían ser cada vez más imprecisos y, además, como se fabricaban a mano y no en serie en una cadena de montaje, cualquier desviación en los engranajes afectaría a su exactitud en los cálculos.
Y eso es lo que reportaron estudios anteriores, como los de Mike Edmunds, siendo él uno de los pocos que ha podido investigar directamente el dispositivo y liderando el equipo que se encarga de su análisis.