Actualidad i24 03 de agosto de 2025

Los cines argentinos registraron la peor cifra de espectadores desde 2009

Durante el receso escolar de julio se vendieron apenas 4,6 millones de entradas. El precio, la crisis económica y la pérdida de hábito explican una caída preocupante para la industria.

Las vacaciones de invierno 2025 dejaron un saldo preocupante para el sector cinematográfico argentino: se vendieron solo 4.665.000 entradas en todo el país, según datos de la consultora Ultracine, especializada en medición de asistencia a salas. Se trata de la peor cifra registrada en los últimos 16 años, excluyendo los atípicos años de pandemia.

Desde 2009, cuando apenas se alcanzaron 3.550.000 espectadores, no se veía un número tan bajo durante el receso invernal. A modo de comparación, en 2024 se habían vendido alrededor de 5.900.000 entradas, lo que representa una caída superior al 20 % en tan solo un año.


Uno de los factores clave detrás de esta contracción es el costo. Una salida típica al cine para una familia tipo —dos adultos y dos niños— puede superar los 60.000 pesos, sin contar alimentos o transporte. En un contexto de inflación persistente y pérdida del poder adquisitivo, para muchas familias, el cine dejó de ser una opción accesible.

Esta tendencia no se limita al período invernal. En febrero de 2025, las salas ya habían registrado una caída del 26,4 % en la asistencia respecto al mismo mes del año anterior, con apenas 1.687.700 entradas vendidas. Fue la tercera peor concurrencia mensual de los últimos 28 años.


A nivel anual, el panorama también es desalentador. En 2024, la taquilla cerró con 34,85 millones de entradas vendidas, un 19 % menos que en 2023, cuando se habían alcanzado más de 43 millones. Ese año marcó un hito por haber sido el primero del pospandemia en superar la barrera de los 40 millones de espectadores.

La caída pone en jaque a toda la cadena del sector: desde grandes cadenas de salas hasta productores independientes, distribuidores, y trabajadores técnicos. Además, el desinterés del público local por producciones nacionales y la competencia creciente del streaming agravan aún más el escenario.


Si bien parte del retroceso puede explicarse por la crisis económica, especialistas advierten sobre un cambio cultural más profundo. El consumo de contenidos audiovisuales se ha desplazado fuertemente hacia plataformas digitales, donde la inmediatez, la variedad y el menor costo ganan terreno frente a la experiencia tradicional de sala.

A esto se suma la escasez de estrenos convocantes, tanto locales como internacionales, lo que también repercute en la decisión del público. La falta de películas infantiles de alto impacto durante el receso de julio podría haber sido otro factor determinante.