Puerto Madryn: se cumplen 30 años de la pérdida de 25 Bomberos Voluntarios

El 21 de enero de 1994 quedará grabado en la memoria colectiva como un día oscuro en la historia de los bomberos voluntarios argentinos. Hace tres décadas, en Puerto Madryn, provincia de Chubut, 25 valientes bomberos perdieron sus vidas combatiendo un feroz incendio de campo.

Actualidad 21 de enero de 2024 i24

Esta trágica jornada marcó un hito en el Sistema Nacional de Bomberos Voluntarios de Argentina, generando una profunda reflexión sobre las condiciones laborales de estos destacados servidores públicos. La pérdida de 25 vidas resonó como un llamado urgente a la conciencia, instando a la dirigencia del país a redoblar esfuerzos en la mejora de las condiciones de trabajo y en la capacitación para enfrentar emergencias de manera más segura y eficaz.

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A lo largo de estas tres décadas, el Sistema Nacional de Bomberos Voluntarios ha canalizado la tragedia de Puerto Madryn en un impulso constante hacia el profesionalismo y la excelencia en la formación. La búsqueda continua de mejores prácticas y la preparación constante son la mejor manera de rendir homenaje diario a aquellos que dieron su vida en el cumplimiento de su deber.

Cada nombre en la lista de los 25 bomberos fallecidos representa una historia de valentía, sacrificio y servicio desinteresado a la comunidad.

En este día se honra la memoria de Daniel Araya, Mauricio Arcajo, Andrea Borredá, Ramiro Cabrera, Marcelo Cuello, Néstor Dancor, Alicia Giudice, Raúl Godoy, Alexis Gonzáles, Carlos Hegui, Lorena Jones, Alejandra López, Gabriel Luna, José Luis Manchula, Leandro Mangini, Cristian Meriño, Marcelo Miranda, Juan Moccio, Jesús Moya, Juan Manuel Paserini, Cristian Rochón, Paola Romero, Cristian Yambrún, Cristian Zárate y Juan Carlos Zárate.

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Eran casi las 15 cuando un llamado de emergencia alertó a la policía local sobre un incendio que se desarrollaba en un campo ubicado a pocos kilómetros al oeste de Madryn, en las proximidades de la ruta nacional 3. El equipo de bomberos respondió rápidamente al llamado, sin imaginar que ese día se convertiría en un capítulo trágico en la historia de la ciudad. Se trataba de un incendio de pastizales, con llamas que se extendían rápidamente y dificultaban la labor de los bomberos. 

Inmediatamente llegaron al lugar dos grupos de bomberos, que para combatir el fuego se internaron 3000 metros dentro del campo. Dos horas más tarde llegó una tercera dotación comandada por el suboficial principal José Luis Manchula, en el que había varios menores de edad, quienes tenían como protección solamente un overol y botas. Este grupo caminó 400 metros en dirección oeste, pero durante el trayecto, a las 17.20, los sorprendió un cambio de la dirección del viento que soplaba a 40 km/h.

Si bien el sargento Julio Laportilla, quien estaba a cargo de uno de los dos primeros grupos, logró advertir el peligro de la situación y llamó inmediatamente con su handie a Manchula, nadie le contestó. Cuando 10 minutos más tarde volvió a comunicarse, Manchula respondió y pidió auxilio. Las llamas eran cada vez más grandes y los estaban rodeando.

Laportilla hizo lo imposible por llegar al lugar, pero el fuego no se lo permitió. Si bien pidió ayuda, nada pudo hacerse. Al día siguiente, una avioneta sobrevoló el lugar y se encontró con el peor de los escenarios: todos los que estaban en el tercer grupo habían muerto. Allí estaban los cuerpos de los 25 jóvenes de entre 11 y 23 años. Según la autopsia, la causa de muerte fue un proceso de asfixia a causa del monóxido o un edema generado por la inhalación de gases altamente calientes.

El país entero se unió en solidaridad y expresó su dolor y apoyo a las familias afectadas por la desgracia ocurrida.

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