Curiosidades del mundo: Hay un pueblo en Paraguay comprado por una secta coreana cuyos habitantes luchan desde hace 25 años por obtener la propiedad de sus tierras

28 de mayo de 2025SSSS
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Puerto Casado es un asentamiento de 7.000 personas que fue fundado en 1886 por el rico empresario argentino Carlos Casado de Alisal y siempre "ha estado en manos privadas". Es un ejemplo del enorme problema de la distribución de tierras en el país sudamericano que perdura hasta la actualidad.
 
Alcides Manena y Eva Noguera, un periodista y una profesora que viven en Puerto Casado desde que nacieron, nunca han tenido acceso a un título de propiedad. La casa en la que residen ha sido habitada por la familia de Noguera por tres generaciones.

Casado de Alisal usó Puerto Casado, que está ubicado en el Chaco paraguayo, una región poco poblada del occidente del país, como un enclave para la extracción de tanino, sustancia que proviene del quebracho, un árbol nativo, y que fue esencial para la producción de cuero durante gran parte del siglo pasado.

"Vino acá y explotó los recursos naturales. Formó un pueblo, pero siendo también el propietario que lo manejaba absolutamente todo, incluyendo los servicios básicos. Aquí, antes de la llegada de la secta Moon, nadie pagaba agua o luz", comenta Manena.

La compañía operó durante más de 100 años y se convirtió en una de las tanineras más importantes del mundo, haciendo que el empresario argentino amasara una enorme fortuna y acumulara más de 5 millones de hectáreas en el Chaco paraguayo.

Con el declive del tanino vegetal por la llegada de nuevos productos sintéticos, la empresa cesó sus operaciones y en el año 2000 decidió vender cientos de miles de hectáreas de terrenos, entre los que se encontraba Puerto Casado. "Y por esa razón nos organizamos y reclamamos que las tierras sean pasadas a los casadeños", añade Manena.

En 2005, los casadeños realizaron una primera marcha hasta Asunción, la capital de Paraguay, en protesta por la venta de las tierras. En los años siguientes realizaron otras tres.
Más de dos décadas después, su reclamo persiste.

El gobierno paraguayo y los actuales propietarios aseguran que buscan una solución al conflicto, marcado por promesas incumplidas y abandono.Mientras, los casadeños lidian con las consecuencias de no tener un techo y una tierra propios.

La ruta más rápida para llegar a Puerto Casado en auto toma unas ocho horas desde Asunción. En ocasiones, la carretera no tiene asfalto y cuando llueve se llena de lodo.

Una vez en Vallemí, el pueblo contiguo, hay que tomar una balsa y navegar 20 kilómetros por el río Paraguay hasta un pequeño puerto de madera.

Más allá del puerto, se abren calles de mediano tamaño, bordeadas por edificaciones que en su mayoría son de un solo nivel y preservan las fachadas originales de la época taninera.

En el centro del municipio, hay un monumento de un soldado paraguayo con los colores azul, blanco y rojo de la bandera nacional. Es en honor a quienes lucharon en la guerra del Chaco, un conflicto con Bolivia por el control de la zona, durante el cual se usó a Puerto Casado como cuartel y en el que Paraguay resultó vencedor.

La lucha de los vecinos también logró que en 2005 el gobierno aprobara a su favor la expropiación de 52.000 hectáreas de tierra.
Sin embargo, la "alegría duró poco", recuerda Manena. En 2007 la Corte Suprema de Paraguay declaró la ley inconstitucional por considerarla una "confiscación".

"Comenzamos una serie de conversaciones con las autoridades y se logró que se anularan las 52.000 hectáreas de expropiación a cambio de 30.000, pero como una donación", detalla la abogada Byun.

Pero la transferencia nunca fue ejecutada por el gobierno y más adelante, en 2012, tras la muerte de Sun Myung Moon, el controversial líder de la Iglesia de la Unificación, surgió un "cisma" en la organización y sus familiares se dividieron los bienes.
Ronald Alexander Ávila-Claudio

Esto incluyó los terrenos en los que se ubica Puerto Casado.
Unas 300.000 hectáreas quedaron en manos de la Iglesia, dirigida ahora por Hak Ja Han, la viuda Moon, y el resto fue a parar a varias empresas vinculadas a uno de los hijos del fallecido líder religioso.

Y con esta división, se inició un pleito legal por las tierras que aún no se ha resuleto y mantiene a los casadeños en vilo.

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