Lucy Letby, de 33 años, fue condenada el mes pasado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional por asesinar a siete bebés en la unidad neonatal del Hospital Countess of Chester en Inglaterra, entre 2015 y 2016. También fue condenada por intentar asesinar a otros seis bebés, aunque el jurado no pudo llegar a veredictos sobre seis cargos de intento de asesinato relacionados con cinco recién nacidos. Uno de esos casos, que involucra a una niña conocida como Niño K en febrero de 2016, será objeto de un nuevo juicio.

La sentencia de Letby fue la más severa posible bajo la ley británica, y un juez destacó la "malevolencia que raya en el sadismo" en sus acciones. Solo otras tres mujeres han recibido una sentencia tan dura en el Reino Unido.

Las acusaciones contra Letby incluyen causar daño deliberado a los bebés de diversas maneras, como inyectar aire en su torrente sanguíneo y administrarles aire o leche en el estómago a través de sondas nasogástricas. También se la acusó de envenenar a bebés agregando insulina a la alimentación intravenosa e interfiriendo con los tubos respiratorios. Las víctimas se les dio el anonimato y se las enumeró únicamente por letras.

El gobierno británico lanzó una investigación independiente para analizar las circunstancias más amplias en torno a lo sucedido en el hospital, incluido el manejo de las quejas planteadas por el personal que intentó hacer sonar la alarma sobre Letby.

Los fiscales confirmaron que deseaban perseguir el cargo único que involucraba a Niño K, pero no los otros cinco cargos de intento de asesinato. Esto ha sido considerado decepcionante por los abogados que representan a las otras familias, quienes creen que aún quedan preguntas sin respuesta sobre lo que sucedió con sus hijos. El caso de Lucy Letby sigue siendo un tema de gran interés en el Reino Unido y ha generado una profunda conmoción en el país.