En sus palabras, Mondino enfatizó que "la democracia no se negocia", subrayando así el compromiso argentino con la defensa de las instituciones democráticas en la región. Esta postura fue reafirmada por la Cancillería Argentina en un comunicado oficial, donde expresaron un firme apoyo al Estado de Derecho en Bolivia y condenaron cualquier intento de socavar la democracia.

El contexto se intensificó con la toma de control de la plaza central de La Paz por parte de unidades militares bolivianas, acompañada de acciones como el embate de un vehículo blindado contra la entrada del palacio presidencial. Ante estos eventos, el presidente boliviano Luis Arce denunció públicamente un intento de golpe de Estado y llamó a la población a movilizarse en defensa de la democracia.

Por su parte, el general del ejército boliviano Juan José Zúñiga, uno de los líderes del levantamiento militar, argumentó que las Fuerzas Armadas buscan "reestructurar la democracia" en Bolivia, criticando el supuesto control prolongado de ciertos sectores sobre el país.