Las devastadoras inundaciones y las lluvias torrenciales han dejado un rastro de muerte y destrucción en Kenia, con al menos 70 personas fallecidas desde mediados de marzo, según informó un portavoz del gobierno el viernes.

El país del este de África ha sido golpeado por semanas de intensas precipitaciones, provocando graves inundaciones en áreas clave como la capital, Nairobi, y regiones del oeste y centro del país. Aunque se han refutado informes iniciales que indicaban cientos de víctimas mortales, la cifra oficial aún sigue siendo preocupante.

El viernes, cinco cuerpos fueron recuperados de un río en el condado Makueni, al este del país, después de que un vehículo fuera arrastrado por un puente sumergido. Otros 11 ocupantes del vehículo fueron rescatados, pero el desastre subraya la peligrosidad de la situación.

El gobierno ha respondido con medidas de emergencia, reservando 4.000 millones de chelines kenianos (alrededor de 29 millones de dólares) para asistencia inmediata. Sin embargo, la magnitud del desastre es evidente: más de 130.000 personas han sido afectadas, miles de hogares han sido arrasados y al menos 64 escuelas públicas en Nairobi han tenido que cerrar debido a las inundaciones.

Las infraestructuras vitales también han sufrido graves daños, con carreteras y puentes destruidos, dificultando aún más los esfuerzos de rescate y ayuda. Además, el Departamento Meteorológico de Kenia emitió un nuevo aviso de fuertes lluvias para el fin de semana, instando a los residentes a estar en alerta máxima.

El impacto de las inundaciones no se limita a Kenia, ya que otros países de África Oriental también han sufrido el embate de las lluvias torrenciales. En Tanzania, se reportaron 155 muertes, mientras que en Burundi más de 200.000 personas se encuentran damnificadas, destacando la gravedad de la situación en toda la región.